El club de las 5AM no me hizo madrugador. La vida, sí.

No fue por inspiración. Fue por necesidad. Y cuando dejó de hacer falta... dejé de hacerlo. Una historia real sobre hábitos, sueño y decisiones que sí tienen sentido.

El club de las 5AM no me hizo madrugador. La vida, sí.

Cuando decidí estudiar un máster en plena pandemia, en mi cabeza sonaba todo muy bien. Una gran idea. De esas que te hacen sentir que estás tomando el control de tu futuro.

Como te puedes imaginar… me comí la realidad con patatas.

Trabajaba 9 horas al día. Tenía dos niños pequeños en casa. Y el cerebro más frito de la historia a partir de las 6 de la tarde. Intenté estudiar por las tardes. Error. Llegaba agotado, los peques querían jugar conmigo (con razón), y cada sesión de estudio era un festival de frustración. Ya que, tenía que ser PADRE antes que ESTUDIANTE.

Así que me senté a hacer cuentas. Literal. Y lo único que cuadraba era madrugar.

¿Inspiración? Ninguna. ¿Disciplina budista? Tampoco. ¿Desesperación? Bastante.

Me acostaba antes, sacrificaba un par de capítulos de Netflix (bueno, a veces dolía más que eso), y me levantaba a las 5 para estudiar de 5 a 7. Medio dormido. Medio cabreado. Pero funcionaba. Y lo hice durante meses, hasta acabar los estudios.

Deje de necesitar ese madrugón, así que con el tiempo pasé a levantarme a las 5:30. Y ahora me levanto sobre las 6:00 (digo lo de sobre las… porque lo hago sin despertador).

Ya no madrugo tanto porque ya no tengo esa presión. Me gusta escribir o entrenar antes de empezar el día. Pero, que quede claro: no creo que madrugar te haga mejor persona. Lo hice porque lo necesitaba. Y ahora lo hago porque duermo mis 8 horas y me despierto de forman natural (si… voy a la cama sobre las 22:00)

Y por cierto, me leí El club de las 5AM más tarde.
¿Qué tal? Un horror. 5 páginas buenas, el resto relleno para justificar el precio. Lo terminé por cabezonería y porque ya lo había pagado. Lo que viene siendo orgullo mezclado con “no quiero sentir que tiré el dinero”.

🤔 REFLEXIÓN

Vivimos en una época donde madrugar parece un ritual sagrado. Como si levantarte a las 5:00 fuera sinónimo de éxito, claridad mental y conexión con tu propósito.

Pero nadie te cuenta lo más importante:

👉 No importa a qué hora te levantas si no sabes para qué te levantas.

Yo no madrugué por estética. Ni por filosofía. Madrugué porque lo decidí.
Porque necesitaba tiempo. Y ese era el único momento del día en el que podía estar tranquilo, concentrado, sin interrupciones.
Era mi forma de sacar espacio para lo que importaba. No era fácil, pero era lo que mejor funcionaba para mí.

Y cuando ya no hizo falta… dejé de hacerlo. Sin dramas. Sin culpa. Sin necesidad de convertirme en el embajador de los madrugones.

Y no, no creo que eso me haga menos comprometido. Al revés.
Creo que me hace más sensato.

La clave no es copiar horarios. Es tener el coraje de mirar tu vida con honestidad brutal y preguntarte:

  • ¿Qué quiero de verdad?

  • ¿Qué margen tengo?

  • ¿Qué puedo/quiero/necesito sacrificar?

  • ¿Qué puedo cambiar sin reventar?

Y luego decidir. A sabiendas de que vas a fallar, que habrá días duros, que te dará pereza. Pero también sabiendo que lo estás haciendo porque lo necesitas, no porque queda bonito en una publicación de LinkedIn.

¿Significa eso que el que no madruga está perdiendo su vida?
Ni de coña. Cada uno tiene su cronotipo. Sus ritmos. Sus límites. Lo importante no es la hora: es la coherencia.

Yo soy alondra. Tú quizá seas búho.
Lo importante es no fingir que somos otra cosa.

Lo único que no podemos sacrificar son las 7 u 8 horas de sueño necesarias para rendir, pensar y vivir con un mínimo de salud mental.

🛠️ Diseña tu rutina, no la copies

No te hablo de horarios. Te hablo de ecuaciones.

Olvídate de recetas genéricas. Antes de decidir si madrugas, trasnochas o te haces nómada digital, párate a responder esto con brutal honestidad:

¿Qué quieres conseguir, exactamente?
Nada de “ser más productivo”. Di qué: ¿escribir un libro? ¿sacar una oposición? ¿estar más presente con tus hijos?

¿Cuánto tiempo puedes dedicarle, de verdad, con tu realidad actual?
No el tiempo ideal. El real. Con tus curros, tus hijos, tu energía, tus ganas, tus horas en Tik Tok...

¿Qué estás dispuesto a sacrificar sin romperte por dentro?
¿Un poco de ocio? ¿Una serie? ¿Las redes? Pero ojo: no todo vale. Si sacrificas el descanso o tu salud mental, el precio puede ser demasiado alto.

¿Lo que estás haciendo hoy te acerca o solo te entretiene?
Pregunta clave. Hay acciones que parecen útiles, pero solo nos mantienen ocupados. No confundas movimiento con avance.

🕰️ BONUS: ¿Eres alondra, búho… o intermedio?

Antes de copiar la rutina de otro, mejor descubre cuál es tu cronotipo.

Mini test realista:

Responde estas 4 preguntas según tu día libre ideal (sin despertador ni obligaciones):

  1. ¿A qué hora te despiertas de forma natural?

  2. ¿Cuándo te notas más concentrado/a y creativo/a?

    • Por la mañana

    • Por la tarde

    • Por la noche

  3. ¿Qué te cuesta más: arrancar por la mañana o dormirte por la noche?

  4. Si tú mandaras en el mundo… ¿a qué hora empezarías a trabajar?

Resultado orientativo:

  • Si madrugas sin esfuerzo, te concentras mejor por la mañana y a las 22:00 ya estás en modo avión: eres alondra.

  • Si por la mañana funcionas como un mueble, y tu cerebro se enciende a las 20:00: eres búho.

  • Si depende del día, o estás en un punto medio: eres intermedio (como la mayoría).

¿Lo quieres afinar más? Calcula tu punto medio de sueño:
👉 Piensa en a qué hora sueles dormirte y despertarte cuando no tienes despertador (fines de semana, vacaciones…)
👉 Calcula la mitad entre esas dos horas.

  • Si cae entre las 2:00 y las 3:30 → eres alondra

  • Si cae entre 3:30 y 5:30 → intermedio

  • Si cae después de las 5:30 → búho

Así puedes dejar de pelearte con el despertador… y empezar a organizarte con sentido.

🧠 Ejemplos curiosos

📘 Alondra: Benjamin Franklin. Empezaba su día a las 5 con bloques de trabajo bien definidos. Obsesionado con el orden y la planificación.

🦉 Búho: Franz Kafka. Escribía entre las 23:00 y las 3:00. Solo encontraba calma cuando el resto del mundo dormía.

En resumen…

No hace falta levantarse a las 5 para tener una vida con sentido.

Hace falta decidir con intención.
Dormir bien.
Y dejar de copiar hábitos como si fueran recetas mágicas.

Así que no te preguntes si deberías madrugar.
Pregúntate esto:

¿Estás haciendo lo que necesitas… o lo que queda bien contar?

👉 Si estás buscando claridad para tomar decisiones, organizar tu tiempo sin quemarte y liderar con sentido (sin humo ni fórmulas mágicas), aquí te cuento cómo trabajo:
Entra en mi web y descubre mis servicios

Te leo.

— David G. Sanz

Reply

or to participate.