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Tierra, trágame (y explícame bien lo que quieres, ya que estamos)

Asumir, suponer y no preguntar es una bomba perfecta para estrellarte en las manos.

🧨 Tierra, trágame… y explícame qué querías, ya que estamos

⚡Spoiler: Suponer es más rápido que preguntar. También es más rápido estrellarse.

🪩 Escena: una reunión, un informe y una cara colorada

Tenía que presentar un informe en una reunión importante. Es mas, el informe era el centro de la reunión.
Recibí un correo de “arriba” con las instrucciones, recopilé los datos, monté el documento… y lo presenté al inicio de la reunión pensando: “Va bastante bien”.

Spoiler dentro del spoiler: era una 💩
No estaba cerca de lo que esperaban.
Estaba en otra dimensión.

¿Resultado?
La reunión fue un desastre.
Me pusieron la cara colorada (con razón), sentí que había hecho el ridículo y salí con el ego arrugado y el humor de un gremlin sin cobrar.

Y sí, me dio rabia.
Porque el único mail que recibí tenía instrucciones vagas, ambiguas… hasta contradictorias.
Nadie explicó el propósito real del informe. Solo una frase suelta y… a correr.

Ahora bien: ¿es excusa suficiente?
No. Porque yo tampoco pregunté.

Asumí. Supuse. Me lancé.
Y me la pegué. (bien pegada)

El momento cumbre:
A los cinco minutos de reunión, alguien dijo:
“Vamos a posponerla para cuando tengas toda la info necesaria.”
Y lo único que pensé fue:
Tierra, trágame.

Al día siguiente tenía planeado el día libre.
Pero no. Me lo tragué con patatas y me pasé la jornada rehaciendo el informe desde cero.

A la segunda salió genial (claro, ya tenía toda la información necesaria). Pero ya era tarde. El daño estaba hecho.

🤔 ¿Te suena?

Esta vez fue un informe.
Pero dime: ¿Cuántas veces más haces cosas sin alinear, sin validar, solo porque “supones que toca”?

Y lo peor: ni siquiera por los demás.
Sino para no decepcionar. Para cumplir. Para no parecer “el que va a contracorriente”.

El problema no son las expectativas.
El problema es no hablar de ellas.

Cuando no se aclaran, las expectativas ajenas pesan como trampas invisibles.
Te desvían. Te agotan. Te alejan de ti.

Y esto no va solo de trabajo.
Va de todo:

  • Aceptas un plan que no te apetece.

  • Asumes un favor que te viene fatal.

  • Dices que sí por inercia… y luego revientas.

Y todo por no preguntar. Por no alinear. Por no parar a decir: “¿Qué esperas de mí, exactamente?”

🛠️ Detecta tus trampas invisibles (antes de que te hagan tropezar)

Aquí va una práctica simple (y reveladora):

  1. Haz una lista de todo lo que “deberías” hacer esta semana.
    (No lo que quieres. Lo que deberías, con comillas y todo.)

  2. Escribe al lado quién crees que espera eso de ti.
    Sin filtros. Aunque te suene absurdo.

  3. Ahora viene lo importante: pregúntate en serio

    • ¿Es una expectativa real o imaginada?

    • ¿La comparto… o me pesa como una trampa disfrazada de “normalidad”?

    • ¿Lo he hablado alguna vez con la otra persona?

  4. Decide con cuáles te quedas… y cuáles desactivas.
    (Sí, también puedes desactivar expectativas. Como trampas de ratón que nunca deberían haberse puesto.)

    Si haces este ejercicio con honestidad, verás cómo muchas trampas no estaban fuera… estaban en tu propia cabeza.

👉 Bonus track:
Haz un diagrama de araña con tus áreas clave (trabajo, familia, salud, etc.)
Puntúa del 1 al 10 cuánto te están condicionando las expectativas ajenas.
Verlo en papel te da claridad. Y poder.

🧠 El sesgo de la semana: Sesgo de confirmación, el rey de las suposiciones

Este sesgo hace que solo busquemos lo que confirma lo que ya creemos.
Ignoramos lo demás. Aunque lo tengamos delante.

¿Cómo se cuela esto en tu vida?

  • Asumes que sabes lo que quieren… y ni preguntas.

  • Das por hecho que tu pareja espera X… y actúas en base a eso.

  • Crees que tus hijos necesitan algo… y ni te planteas si sigue siendo cierto.

El sesgo de confirmación es cómodo.
Te hace sentir seguro. Pero muchas veces… te lleva directo al error.

El antídoto:
📌 Pregunta más, interpreta menos.
Valida. Contrasta. Y deja espacio para descubrir que estabas equivocado.
Eso también es liderar.

🎯 Para cerrar

Cada vez que decides solo por no decepcionar, te alejas un poco más de ti.

Alinear expectativas no es agradar. Es vivir en paz.

La próxima vez que sientas que cargas con todo, párate y pregúntate:

“¿Esto lo hago porque quiero… o porque alguien espera que lo haga?”

Gracias por leer hasta aquí.
Si esta historia te ha tocado alguna fibra… misión cumplida.
Y si te ha hecho revisar una expectativa que no era tuya… todavía mejor.

Nos vemos la semana que viene con otra historia real.
De las que no salen en los PowerPoints.

Hasta entonces, ya sabes:
menos suposiciones, más conversaciones.
Y si puedes… sí, coge ese día libre. Yo no lo conseguí 😅

— David G Sanz

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