• Liderazgo Kaizen
  • Posts
  • Ni pizarra, ni Excel: solo un cartón de tabaco y 50 dólares

Ni pizarra, ni Excel: solo un cartón de tabaco y 50 dólares

Lo que una noche en Beirut me recordó sobre decidir con urgencia.

🧨 Todo tranquilo… hasta que dejó de estarlo

Año 2012. Estaba de misión como casco azul en el Líbano.
Una noche, pasada la 1 de la madrugada, me tocó llevar a un compañero al aeropuerto de Beirut. Tenía que volver a España urgentemente y ese era el único vuelo posible. Dos horas de trayecto desde la base. Noche cerrada. Silencio tenso, pero todo aparentemente bajo control.

Llegamos a la zona de salidas del aeropuerto.
Y justo al parar… reventó la caja de cambios del coche blindado.

Literal.
De repente, el suelo se inundó de aceite de valvulina como si hubiéramos aparcado en una piscina.
Y nosotros ahí, varados, en mitad de un sitio público, a esas horas, expuestos a todas las miradas.

Era un coche blindado civil, sin armas visibles ni marcas militares.
Nuestra mejor defensa era la discreción: pasar desapercibidos.
Pero eso se esfumó en el mismo momento en que el vehículo dijo basta.

Y para rematar, estaba claro que no éramos precisamente de allí.
No hacía falta fijarse mucho para darse cuenta. Y a esas horas, ser el centro de atención no era el tipo de protagonismo que uno desea.

Para colmo, aquello no era un utilitario cualquiera:
3.500 kilos de pura mole de hierro.
Olvídate de empujarlo. Estábamos atascados. Y la única opción sensata… era salir de allí.

📞 La llamada (y el jarro de agua fría)

Hice lo que habrías hecho tú, lo que habría hecho cualquiera:
llamé a mi jefe para pedir apoyo logístico, un equipo de recuperación, o a Superman… algo que pudiera sacarnos de ahí.

Dos minutos después, tras consultarlo en la base, su respuesta no fue lo que esperaba:
“No hay nada disponible. O esperais 6 horas allí o te buscas la vida.”

Estupendo. Los ingredientes perfectos para un micro infarto.
Y el reloj marcando las 3 de la mañana…

🧠 La “matriz mental exprés” (esa que no viene en los manuales)

En ese momento, no podías permitirte el lujo de quedarte paralizado.
Tocaba decidir. Y hacerlo rápido, porque no decidir también es una decisión… y en este caso, era la peor.

Así que me monté un análisis mental rápido.
Una matriz exprés, sin Excel ni pizarra. Solo sentido común, instinto y experiencia.

🔹 ¿Era seguro quedarnos aquí?
No. Estábamos a la vista, generando atención no deseada. La discreción se fue por el desagüe junto con el aceite.

🔹 ¿Qué riesgos había si intentaba movernos?
Que fracasáramos y nos quedáramos de nuevo expuestos. Pero era un riesgo medido. Controlado. Mejor que quedarnos parados.

🔹 ¿Qué recursos tenía a mano?
Un cartón de tabaco, 50 dólares, y mi francés de chapurreado.

🔹 ¿Qué opciones tenía realmente?

  • Quedarme allí como una farola con patas y ponerme a llorar.

  • Esperar que apareciera ayuda en 6 horas (o mas)

  • O movernos como fuera a una zona más discreta, a dos kilómetros de allí.

🚖 La solución improbable (pero funcional)

Vi a un taxista en una esquina. Fumando y jugando al backgammon con un colega, sin pinta de estar muy ocupado.
Le expliqué —como pude— que necesitábamos que nos remolcara.

No sé si entendió todo. O si simplemente el dinero, el tabaco y mis gestos desesperados hicieron efecto.
Pero lo hizo. (Después de encontrar a un colega que tenía una buena soga en el maletero)

Nos enganchó. Nos remolcó.
Y conseguimos llegar a una zona tranquila, oscura, fuera del radar.
Salvados por un taxi, 50 dólares y un cartón de tabaco. (aparte de una decisión rápida). Por cierto, esa respuesta no la hubiera encontrado en ningún manual.

🌟 Lo que me llevé de esa noche

Ese día aprendí una de las lecciones más importantes de mi vida:

Decidir rápido no es cuestión de talento.
Es cuestión de entrenar la mente para pensar con claridad en mitad del caos.
Es cuestión de enfrentarse una y otra vez a decisiones ficticias para estar preparado cuando llega la de verdad. Llevaba años haciéndolo pero nunca había caído en ello.

Porque sí, el caos va a venir. Las cosas van a fallar. El plan se va a romper.
Y tú vas a tener que improvisar, evaluar y actuar sin garantías.

Lo que marca la diferencia no es que tengas todas las respuestas.
Es que tengas el coraje de hacerte las preguntas correctas… aunque no tengas tiempo para contestarlas con calma.

🌍 Vivimos en un mundo BANI (y no, no es una marca de detergente)

Lo que viví esa noche en Líbano no es tan raro como parece.
Solo cambia el decorado: una oficina, un proyecto que se cae, una urgencia familiar, un equipo desbordado, una decisión difícil con datos incompletos…

Vivimos en un entorno que tiene nombre: BANI. (son siglas en ingles, no trates de buscarle sentido en castellano)

¿Y qué significa?

  • B de Quebradizo: cosas que antes parecían estables ahora se rompen con nada.

  • A de Ansioso: demasiada información, presión constante, decisiones a toda velocidad.

  • N de No lineal: haces A esperando B y pasa Z. La lógica se ha tomado unas vacaciones.

  • I de Incomprensible: aunque tengas datos, muchas cosas no se entienden. Y punto.

El mundo BANI es la versión empeorada del mundo VUCA.
Más caótico, más emocional, más jodido de predecir.

¿La clave? No es controlarlo. Es aprender a moverse dentro de él.
Y ahí es donde entra lo siguiente...

🌀 Usa el OODA Loop

Te cuento una herramienta que encaja a la perfección con este tipo de situaciones: el OODA Loop.
Suena a robot de Star Wars, pero lo inventó un piloto de combate (John Boyd) y básicamente te enseña a pensar rápido sin perder el norte.

La idea es simple:
OODA = Observar – Orientarse – Decidir – Actuar.

Es como un mini proceso mental que haces en bucle, y cuanto más entrenado lo tienes, más rápido y claro puedes reaccionar cuando todo tiembla.

Así funcionó esa noche en Beirut:

  • Observar: el coche blindado ha reventado la caja de cambios, estamos en medio del foco.

  • Orientarse: estamos a la vista, no hay ayuda, el ambiente no acompaña, y encima pesamos 3.500 kilos.

  • Decidir: quedarnos no es opción. Hay que movernos como sea.

  • Actuar: improviso con lo que tengo, me acerco a un taxista, negocio y salimos de allí.

¿El truco?
No es tener el plan perfecto.
Es entrenarte para detectar rápido qué pasa, qué significa, qué opciones tienes y qué vas a hacer con eso.

Y si te parece que esto suena a “manual militar”, te digo una cosa:
lo uso igual cuando el Google Calendar me explota o tengo que decidir en dos minutos algo que es urgente.

🧠 El sesgo que frena más que el miedo: acción vs. inacción

Hay un sesgo muy malvado que no se ve, pero se siente.
Nos castiga más por equivocarnos haciendo algo… que por haber no hecho nada.

¿Te suena?
Tomamos una decisión, sale regular, y nos damos palos durante semanas.
Pero cuando no hacemos nada y también perdemos oportunidades… ahí, silencio.

👉 A esto se le llama sesgo de acción.

Parece que meter la pata por actuar es peor que equivocarte por quedarte quieto.
Pero no. En realidad, no hacer nada también es una decisión. Y muchas veces, es la peor.

Ese día en Beirut podía haberme quedado esperando, quieto, en modo “a ver si pasa algo”.
Pero en un mundo BANI, eso no es seguridad.
Es inmovilidad disfrazada de prudencia.

¿La clave?
Te vas a equivocar igual. Mejor que sea avanzando.

🔚 Para cerrar (y para pensar)

Aquella noche entendí que liderar no va de tener siempre el plan perfecto.
Va de saber moverse cuando todo falla.
De improvisar con lo que tienes, aunque sea un cartón de tabaco y tu francés de supervivencia.

Y esto no es solo una historia del pasado.
Es una lección que me acompaña cada vez que el mundo se vuelve incierto (o simplemente cuando el calendario amenaza con explotarme en la cara).

Porque en el fondo, todos somos líderes de algo: un equipo, un proyecto, nuestra familia, o simplemente nuestra vida.

Y si algo nos pide este mundo BANI…
Es que nos movamos, incluso cuando no todo está claro.
Porque esperar a la certeza perfecta es el camino más directo a quedarte atrás.

Estoy preparando algo donde trabajaremos más en profundidad este tema, te mantendré al tanto a través de esta newsletter.

Nos vemos en la próxima edición de Liderazgo Kaizen.
— David G. Sanz

Reply

or to participate.